viernes, 6 de julio de 2007

Todos los lunes tomaban café.Cuando se conocieron él era un hombre mayor y ella,ella tenía treinta años menos.Esto no es una historia de amor,cuando no hay palabras que designen un sentimiento se recurre al amor,pero éste acude a nuestra mente con apellidos y si viene solo casi nadie lo entiende.
Sus cafés eran amenos, llenos de conversación,él aportaba experiencias de los años vividos,emigración y vida intensa al otro lado del océano.Ella, rutina de una vida que fue pasando y que continuaba con sus clases cotidianas.Una mañana las miradas curiosas empezaron a hablar sin palabras,estaban llenas de preguntas,llenas de morbo.Ellos no pretendían,ni querían dar explicaciones,no iban a entender que aquel si era amor,era sólo amor intelectual,nada más y nada menos.Un lunes otoñal él no acudió a la cita,ella preocupada le preguntó al camarero y éste recordó la carta que tenía al lado de la máquina de café.Al tener el sobre en la mano ya presintió que algo pasaba,manchas de cortado sobre el blanco papel.La abrió y leyó:
"Querida amiga
En mis días felices te recordaré,reconstruiré nuestras charlas e intentaré ver el camino.En los últimos tiempos una pérdida de memoria inquietaba mi ánimo,todavía recuerdo tu risa cuando las palabras no venían a mí,al consultar con el médico me dice que es alzheimer.No tengo fuerzas para despedirme ante ti, así que en este último momento en que no están apagadas todas las luces,en este momento que aún mi vida no está borrada,te digo hasta siempre.Si no tengo recuerdos no soy,cualquier cosa es mejor que la nada y yo no quiero que tú me recuerdes como nada.
te recordaré mientras pueda."
Al acabar de leer ella sonrió.No iba a permitir que un tal Alois Alzheimer,al que por cierto acababa de conocer, le rompiese también a ella el recuerdo del sabor de aquellas tazas de café.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

para reflexionar pero intenso.
gracias.

Suso Lista dijo...

Buff!!!! Moi bo