
Reunidas en aquella habitación estaban todas las personalidades maravillosas que siempre deseé conocer. Para ser justa también he de decir que alguno había que aún no despertaba mi interés.
Me senté entre García Márquez y Almudena Grandes, estuve atenta a su conversación y emulando a Sara Gómez me dediqué a pegar la oreja y fantasear; hablaban de sus Arcadios y cuando ya me sabía lo que estaban diciendo miré al frente. No me lo podía creer,allí estaban Rosa Regás y Marcela Serrano, hablaban del albergue de la una y de la querida Barcelona de la otra. Rosa estaba genial,lúcida y serena como siempre ,y Marcela desplegando su toque psicológico para ayudarnos a pensar.
En la esquina dicutían Marsé y Maruja Torres ,ella charlaba con vehemencia de su Teresa,de como la vida de todas las mujeres casi siempre tiene un hilo común. Marsé de dúo de David y Chispa,del inspector Galván,de su charnego bilingüe...
Detrás de mí Hellene Hanff mostraba sus cartas y comentaba sus pedidos nada menos que con Ian Gibson que compartía los secretos de su última biografía. Ladeé la cabeza al oír la dulce voz de Manolo Rivas que seducía a Virginia Woolf.
Entre las cabezas pude ver a Günter Grass y George Orwel,intercambiando ideas sobre el poder,Günter seguro que las aprovecharía para su autobiografía.
En el corrillo del misterio ,Paul Auster contando su viaje en el "Scriptorium" e ironizando sobre sus viejas amistades,Amélie Nothomb con su frasquito de Ácido sulfúrico lanzando su cabreo contra la televisión y los realities.
Ana MªMatute y su Paraíso Inhabilitado,recordaba su rebeldía adolescente con mi querido Benedetti.
Me quedé colgada con Ramiro Fonte y Ana Romaní quien me leyó uno de mis últimos poemas favoritos.
Suavecito me tocaron en el hombro,abrí los ojos y era mi hijo Martín que atento a la historia que le contaba César Mallorquí necesitaba saber el significado de una palabra.