miércoles, 6 de agosto de 2008

Iniciativa.



A todo el mundo le gustan los homenajes, cuando el reconocimiento llega, la satisfacción viene implícita, a todo el mundo menos a Oliva.

Por la mañana una llamada de la asociación de vecinos, la puso al corriente del acontecimiento. Reunida la directiva y los vocales habían decidido por unanimidad otorgarle el galardón de “mujer con iniciativa”, una cena en su honor, una nota en la prensa local y un reloj formarían parte de los festejos.
Pasó toda la mañana nerviosa, que ella recordara el año anterior había sido una maestra, el otro Amparo que fue comadrona del hospital, pero ella, qué había hecho ella.
Se preparó el segundo café del día sin poderse quitar el tema de la cabeza, recordaba el día en que se quedara viuda, los meses siguientes de pena y soledad, el alejamiento de los amigos, el aburrimiento y el afán de supervivencia que la mantuvo viva.
Casi se atraganta con la risa recordando el día que entró por primera vez en la asociación, viejos y viejos por todas partes. Una mesa con una partida de cartas, otra con parchís y sofás repletos de señoras, el punto y la prensa rosa por toda diversión.
No era eso lo que quería, pero tampoco iba a pasarse sola todas las tardes.
La idea de las excursiones le salió a lo tonto, una socia trajo a una amiga de otro pueblo y ésta al marcharse los invitó a conocerlo .El entusiasmo fue general pero nadie sabía por donde empezar, nadie menos Oliva. Con sus cincuenta y cinco jóvenes años, se plantó en la estación de autobuses y con el status de viuda de conductor se fue a hablar con el dueño de la empresa. Casi les salió gratis, por 12 euros, viajaron y comieron en un área de servicio, todos estaban felices, un día en Ribadeo “valía o seu”.A la vuelta ya se hicieron sugerencias de viajes y dejaban todo en mano de Oliva.
Con entusiasmo y una pequeña apelación a la aburrida vida de los mayores consiguió una subvención del ayuntamiento, el patrocinio de los hosteleros del pueblo y hasta rifas gratis cedidas por el banco. Comenzaron los viajes: Cudillero, Las Médulas, Segovia con asado incluido en “Casa Duque”, Salamanca con premio a quién encontró la rana, Lisboa, Oporto, Extremadura, Barcelona, La costa azul….
Como todo el mundo se quería apuntar a sus viajes la asociación creció en número de socios y hubo más de un viaje en el que salían dos autobuses. El problema de conciencia no era ni más ni menos que ese, su debilidad por los conductores de autobús.

Mientras ponía la taza en el fregadero, recordó el viaje a Segovia, allí cerca del Acueducto con la noche por tapadera sedujo a su primera víctima. Agustín un hombre robusto y rudo de trato, que se mostraba nervioso al principio le proporcionó el primer orgasmo desde su viudez. El segundo, que ya ni recordaba el nombre, era un hombre alegre que se pasó todo el viaje coqueteando con ella, la noche en Lisboa era cálida, La Plaza del Comercio el aparcamiento del autobús y este mismo el lecho pasional furtivo elegido por ella. Un magnífico pastel de nata comprado en Santa Justa fue comido sobre su propio cuerpo. Era un muy buen recuerdo a no ser porque casi los pillan. No sabía si era el tercero o el cuarto viaje, aquel en el que condujo a su presa a la playa y allí en La Barceloneta, con la espalda pegada al muro de piedra, la falda caída sobre la arena y la brisa marina acariciándole los pechos gimió gritando de placer.

Se estaba poniendo nerviosa con tanto recuerdo, tendría que aceptar el homenaje sin sentimiento de culpa,-mujer con iniciativa-era un calificativo que bien pensado le venía muy pero que muy bien.